Me gustan los cuentos de Navidad. Hay algo sedante y consolador en esas historias que exaltan la decencia de la gente.
Me gustan tanto los cuentos de Navidad que estaría encantada de que este jueves 21 de diciembre quedara al aire, ¡en transparente pelota picada!, la indecencia de los que juegan con la prosperidad ajena.
Me gustan tanto los cuentos de Navidad que os voy a contar el mío. Aquí va:
Los auténticos presos políticos son toda esa gente que se quedará sin trabajo a raíz de la huida de empresas de Cataluña y de la caída del turismo (en toda España), provocada por una panda de pijos niños de papá que se han pasado los últimos meses jugando a los Maquiavelos, a ver si así amnistiaban a sus amiguitos corruptos.
¡Yo acuso a Puigdemong y su corte, incluida esa falsa izquierda que se las da de decente y en lo último en que piensa es en la justicia social!
Yo soy de izquierdas. De la izquierda que respeta la legalidad y la Constitución de 1978, la que transformó mi pobre país casi tercermundista en tierra de llegada para gente de todo el mundo, sean asilados políticos o inmigrantes huyendo del hambre.