Hubo en el siglo XVII una forma de pintar que hizo furor: el tenebrismo. Optaba por los violentos claroscuros. Quienes seguían esa tendencia, ese trending topic de la época, admiraban la capacidad del maestro Caravaggio para enarbolar la luz y, a través de un pulso dramático con la sombra, conseguir la descripción exacta de la realidad.
Los que escribimos de economía y finanzas deberíamos tomar ejemplo de los caravaggistas. Llamemos así a estos iluminadores del alma de las cosas. A mí me parece mucho más justo que tildarlos de tenebristas.
Seamos caravaggistas. Tengamos el valor de enfocar y describir bien todo lo que ocurre en los mercados y la economía real.
La crisis que estalló en 2008 nos ha dejado entre las manos una lección que debería ser inolvidable: el lenguaje claro es una fuente de rentabilidad. El riesgo no viene de omitir palabras o de restar libertad a las que usamos, sino de lo contrario. El riesgo viene de permitir que nos domine la oscuridad. No deberían volver nunca los tiempos en que líderes como Alan Greenspan, el más famoso presidente de la Reserva Federal, admitía que él quería decir lo que decía y también lo contrario de eso mismo que acababa de mascullar.
Puede que Greenspan hiciera lo correcto en el momento adecuado. Pero los tiempos cambian. Y yo no creo (después de lo que ha pasado en los últimos años) que tangamos ningún derecho a nombrar el mundo, la vida, esa economía en torno a la cual se organiza la sociedad, a través de palabras crípticas y llenas de sombra.
La magia de la comunicación no surge en la oscuridad, sino en la luz.
Yo creo en la palabra precisa y en el trabajo arduo, en el lento hervor de la tarea bien hecha.
A mí me parece que, para comunicar rápido, hay que escribir lento y, si me apuran, hasta con la reconcentrada morosidad de los poetas. Por eso me apetece traer hoy aquí a Yannis Ritsos, una de las más grandes voces europeas del siglo XX. Poeta pero también político. Poeta, pero también líder:
“Debo ver un poco la ciudad—no, no la luna—
la ciudad con sus manos callosas, la ciudad del salario,
la ciudad que jura por su pan y por su puño,
la ciudad que a todos nos soporta sobre sus espaldas (…)”
Ritsos, Yannis. “Sonata del claro de luna”. Editorial Acantilado, Barcelona, 2008, página 33. Traducción de Selma Alcira.
Muy buen articulo, gracias por compartirlo.