Es el colmo que algunos quieran reprochar a Pedro Duque su ingreso en la política, como si la política fuera algo ajeno a nosotros, a la organización de nuestra vida en sociedad. De acuerdo en que el círculo en el que se mueven los gobernantes es un lodazal, pero por eso mismo agradezco al astronauta Duque, probado en todos los combates, su deseo de remangarse y ayudarnos a mejorar nuestra vida en común. Algunos llaman vanidad a ese deseo, pero yo sé (lo he sentido en mí misma) que su auténtico nombre es vocación de servicio, un anhelo de devolver a la comunidad lo que la comunidad ha invertido en ti (becas, esperanza en tu talento) durante los muchos años que tardaste en formarte.
Decía Kapúscinski que el periodismo no es un oficio para cínicos. Y el servicio público tampoco.