Mis cuentos para niños

 

Clo-clo-clodomira no es gallina

(Dibujo creado por los niños del Colegio San Javier)

(Dibujo creado por los niños del Colegio San Javier)

Clodomira es la niña nueva de la clase. Clo-clo-clodomira suena a gallina, pero resulta que Cloclo es más fiera que una tigresa y se merendará con patatas a la ogro de la Seño Elena. Contra el abusón, unión.

Mi  hada madrina me dice que tú eres un editor principesco que estarás encantado de convertir a la  escribidora de este cuento (y los que siguen) en Emperatriz del Libro Infantil.

El cangrejo que quería tener piernas

Rubén Ramón de los Altos Mares es un desertor. Él no quiere ser cangrejo. Lo que desea con toda su alma es tener dos piernas, porque ¡hay que ver qué bestias son, los niños humanos!

Si quieres saber por qué Rubén Ramón terminó cambiando de apellido y llamándose Del Río Seco y Sin Pescados, este es tu cuento.

Narciso, el pelícano presumido

Narciso Nometoques se cree joya, monumento, bello en todo momento. Tan enamorado está de sí mismo que se pasa los días en la playa, mirándose en todos los charcos. Él no es un pelícano cualquiera. No está dispuesto a que su pico se infle cual flemón, horrenda papada, diabólico buzón.

El mar en mi botella

¿Mar-león o mar-gato? ¿Cuál es el tuyo? ¿De cuál le hablas a tus hijos? Aquí tienes mi versión. A los niños y a ti os divertirán estos poemillas que, aprovechando la marea, hablan también de las aguas y las sensaciones que se agitan dentro de nosotros.

Para que los preguntones no te metan en apuros, a pie de página van unas notas que explican qué es una metáfora o quién era Neptuno.

Espero que te guste este botón que te sirvo como muestra:

Alto o bajo, según

Mi mar cambia de estatura cada día.

Dos veces alto,

en la pleamar;

dos veces bajo,

en la bajamar.

Cada seis horas toca cambiar.

                                            Cuando termina de subir la tremenda cuesta arriba de la pleamar,

                                     ya tiene que bajar la cuesta abajo, bien abajo, hasta la bajamar.

Tengo un mar-acordeón.

Mi mar es un terco tenaz,

un muelle sin fin.

Siempre juega al mismo juego:

deja la arena al aire, en minifalda,

y cuando ya está terminando,

poco a poco, de puntillas,

va buscando el traje entero

y se viste en tiros largos.

Ola. Espumas. Alboroto.

Ese es mi mar de pleamar,

el mar donde chillo y salto

 y me dejo llevar por el agua feroz,

hasta la orilla.

Si me canso de luchar,

sólo tengo que esperar

al traje corto de la bajamar.

Entonces mi mar me acuna y mima,

me deja coger conchas

y nadar.

Siempre apetece la bajamar,

la calma que llega cuando pliega velas y se encoge  la furia del mar de pleamar

             y el agua se queda quieta y aparece

        el plácido espejo

del Dios que hizo las cosas que aquí veo,

habitando la arena limpia del océano.

……………………………….

El verano del mago

“Muchacho con cerezas”, de Manet

Veinte poemas que cuentan los instantes inolvidables de cada verano.

Anuncio en rojo

Las cerezas rojas, dulces,

vierten azúcar, disparan la chispa

del verano que ya viene, que ya casi está.

¡Mira cómo adornan mis orejas, encarnadas!

A pares me las cuelgo; en dos carrillos me las como.

Hermosos pendientes sabrosos,

 joyas que traen

el sol que vuelve,

las tardes eternas de playa

y la alegría grande de sentir

                                                                      tan lejanas

las tareas nuevas de otro curso,

la orilla neblinosa de septiembre.