Copaga sin recelo, ciudadano contribuyente.
Copaga tranquilo, aunque ya hayas desembolsado todos los impuestos que te corresponden… Y más que hubiera si fuera menester, que ya sabemos todos que es de muy bien nacidos estar con el Fisco bien cumplidos.
Copaga en la farmacia, la escuela, el hospital, la carretera.
Copaga por doquier, donde quiera que haga falta para cubrir los dineros que nos faltan.
Copaga en todo el mar conocido, del uno al otro confín.
Copaga con gusto, sin nada de susto. ¡Y mira que es bella esta palabra que invento, bien disfrazada y decorada, primorosamente adecentada!
Copaga sin miedo, que así el nivel de Bienestar mantendrás y el Cielo alcanzarás.
Copaga con ganas y sueña… Sueña tú, pero ni sueñes con que yo un día reconozca que es tabú, verdad prohibida, la palabra que no digo.
Por mis votos te prometo que el copago no es repago.
Vente conmigo a olvidar ese Diccionario de la RAE tan proceloso, por demás bellaco y mentiroso, que asegura que es repago (“pagar más caro”) eso que a todas luces suena tan bien denominar… ¡cooperación en el pago!
Líbrenme las urnas de inquisidoras lenguas afiladas, pulidoras de eufemismos. Porque insisto que es insidia, infumable tontería, eso de que es el copago un fantasma, palabrota que no existe, invento interesado que olvida que no es el Estado un ente, sino gente. Gente que paga. Gente contribuyente, de acuerdo. Pero… ¿de verdad nos vamos a poner exquisitos con cuatro palabritas? ¿Vamos a hacer caso al Kapuscinsky ése que decía que las guerras y las democracias y los cambios “empiezan en el lenguaje”, o a aquel George Lakoff que tanto insistía en que la primera tarea de un político es imponer a los demás las palabras que él elija, su forma de nombrar las cosas? Dejémonos de charadas, ¿vale? La política no es literatura ni storytelling, sino una cosa mucho más seria.
Con todo mi afecto y mi más extremo interés,
Perico Candidato Generales 2015