He pedido al 2014 que nos traiga palabras saladas y densas, antiguas, llenas de furia. “Temporal”, por ejemplo. Temporal con avíos de sustantivo.
El temporal estalla cuando la ira de cielo y mar arrecian juntas, unidas.
El temporal es lo que deseo que caiga sobre esos gobiernos que se permiten la patochada de decretar que la inflación es ilegal, o la infumable maniobra de abrumar a los ciudadanos con una ristra interminable de estadísticas “¡i-rre-fu-ta-bles!”. Como si todavía creyéramos todos en el cuento de que la economía es matemática, ciencia pura ajena a la literatura.
En Galicia, la tierra-mar de donde vengo, los inviernos suelen vivirse entre temporales sobrecogedores. Produce pavor y asombro ver el dedo de Dios en el rayo que parte el cielo y en el agua de abajo que asciende hasta fundirse con la de arriba. Cielo y océano en uno. Qué espectáculo… Uno no puede dejar de asombrarse y admirar esta ira revuelta de mar y cielo, esta furia que limpia el mundo y desemboca en días claros y fructíferos.
¡Temporal!
Quisiera yo un temporal cayendo aterrador sobre los gobiernos afectos al desmelenado eufemismo, a la cursilería obvia de las palabras siempre anticiclónicas.
¡Quisiera un temporal para el lenguaje económico! Un temporal que bote afuera lo que está oculto. No es tan descabellado lo que pido. La limpieza podría empezar, simplemente, por sacar al aire, para que se oree bien, esa palabra que desde hace un rato estamos exhibiendo.
A mí me gusta la palabra temporal. Tiene fluctuación, movimiento y oleaje, y suena mucho más ligera que la “ciclo-génesis explosiva”, esa solemne expresión con la que los meteorólogos llevan varias semanas intentando asustarnos.
Uno puede con la carga del temporal. Un temporal es efímero. Viene y se va, pero ¿ qué pasa con una ciclo-génesis explosiva? Da pie a pensar en algo que cae destructor sobre el centro mismo de la vida cotidiana…
Yo prefiero pensar en un temporal y no en una ciclo-génesis explosiva. Prefiero creer que los 1,2 millones de contratos temporales que se firmaron en diciembre de 2013 en España (frente a sólo 83.000 indefinidos) son sólo eso… ¡un temporal que se irá, en ningún caso una ciclo-génesis asoladora y solemne, llegada aquí para quedarse!